Las causas de los tsunamis del Pacífico
Un tsunami -también conocido como maremoto- es una ola o serie de olas que se producen en una masa de agua al ser empujada violentamente por una fuerza que la desplaza verticalmente. Terremotos, volcanes, meteoritos, derrumbes costeros o subterráneos e incluso explosiones de gran magnitud (como las pruebas de bombas submarinas) pueden generar los mortales tsunamis como el que, hace años ha arrasado la costa del sureste asiático provocando miles de muertos.
El brusco movimiento del agua desde la profundidad genera un efecto de “latigazo” hacia la superficie que es capaz de lograr olas de magnitud impensable. Teniendo en cuenta que la profundidad habitual del Océano Pacífico es de unos 4.000 m., se pueden provocar olas que se mueven a 700 km/h. Y como las olas pierden su fuerza en relación inversa a su tamaño, al tener 4.000 m puede viajar a miles de kilómetros de distancia sin perder mucha fuerza.
Sólo cuando llegan a la costa comienzan a perder velocidad, al disminuir la profundidad del océano. La altura de las olas, sin embargo, puede incrementarse hasta superar los 30 metros (lo habitual es una altura de 6 o 7 m).
La causa más frencuente para la formación de olas gigantes son los terremotos ocurridos en el fondo marino. Cuando éste se mueve violentamente en sentido vertical, el océano ve alterado su equilibrio natural. Cuando la inmensa masa de agua trata de recuperar su equilibrio, se generan las olas gigantescas. Su tamaño dependerá de la magnitud del seísmo y de la deformación vertical del fondo marino. No todos los terremotos generan tsunamis, sino sólo aquellos de magnitud considerable, que ocurren bajo el lecho marino y que son capaces de deformarlo.
Si bien cualquier océano puede experimentar un tsunami, es más frecuente que ocurran en el Océano Pacífico, donde son también más comunes los terremotos de magnitudes considerables (especialmente las costas de Chile, Perú y Japón). Además el tipo de falla que ocurre entre las placas de Nazca y Sudamericana, llamada de subducción -cuando una placa se va deslizando bajo la otra- hacen más propicia la deformidad del fondo marino y por ende los tsunamis u olas gigantes.
Precisamente por eso los más devastadores casos de olas gigantescas han ocurrido en el Océano Pacífico, pero también se han registrado casos en el Atlántico e incluso en el Mediterráneo. Un gran tsunami acompañó los terremotos de Lisboa en 1755, el del Paso de Mona de Puerto Rico en 1918, y elde Grand Banks de Canadá en 1929.
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